Me até a ella con su
cuerda vocal más resistente
para que si algo tenía que
separarnos
fuese su voz y nada más.
La verdad es que me hubiese
gustado
que hubiera sido atea
y que creyese en mí,
mas yo que me lo creía absolutamente
todo
ni siquiera pude creer en
ella.
Me hubiese gustado
que no me hubiera querido
a Malasaña,
ni yo haberla querido por Capricho,
mas que mala suerte que
al final del camino
ni siquiera Madrid pudo ser nuestro sitio.